ALBERTO RODRÍGUEZ ÁLVAREZ Doy por cierto que nuestra consejera de Educación, Milagros Luis Brito, no puede -¡qué más quisiera ella!- resolver el problema de la homologación de los profesores de la ESO porque, como muchos intuimos, las diferentes consejerías del Gobierno de Canarias caminan sobre el filo de la bancarrota. Enfrentar el tema de la calidad de la enseñanza, como así se ha hecho, a la reivindicación planteada por el colectivo docente ha sido, lisa y llanamente, tratar de confundir a la opinión pública levantando una cortina de humo. Ahora bien, cuando uno se sienta a negociar un asunto tan complicado y que afecta a tantos, llevando en la cartera todo un rosario de mentiras -más o menos piadosas-, ocurre lo que ha ocurrido: que la otra parte, a la que se le supone un mínimo de inteligencia, tarda muy poco en darse cuenta del engaño, se levanta de la mesa, hace mutis por el foro y se aplica en cumplir la comprometida y anunciada promesa de negarle la enseñanza al que no sabe. Y, encima, ya ven, esto: la gente emite su juicio de valor y termina condenando a los que consideran culpables de que sus hijos pierdan horas de clase, es decir, a los maestros y profesores. Y Milagros Luis Brito, que se ha especializado en los engañosos cantos de sirena, aferrada al machito porque sabe, bien que lo sabe, que el problema no es ella aunque sea ella la que sigue dando la cara. Cobra todos los meses, y cobra bien, y piensa que todos sus males van incluidos en el sueldo. Lo tiene claro, muy claro. Mire usted, estimado lector, considerar que la acogida temprana de los alumnos de la ESO es una medida que puede ser incluida en la calidad de la enseñanza, en algo se parece a tratar de resolver el tema de los cayucos hundiéndolos a cañonazos antes de que abandonen las aguas internacionales. Acoger a los alumnos un par de horas antes de que comiencen las clases a lo único que aspira es a resolver un problema social -que nada tiene que ver con la enseñanza- que pivota en la necesidad del padre y la madre de dejar a sus retoños en la escuela para poder ir a ganarse el pan nuestro de cada día. Ni más ni menos. Y hasta la propia consejera se apunta a esta tesis puesto que considera que la labor de recibir a los niños en las escuelas mucho antes de que canten los gallos puede ser realizada por el personal laboral. Esperaba uno, desde su alongada dedicación exclusiva a la enseñanza, que los sabios que asesoran a la consejera tenían previsto y debidamente programado un plan escolar -que contara con los parabienes de nuestros representantes en la cámara- para poner en práctica con los alumnos que se ven obligados a restarle horas al sueño a favor de una educación acorde con los tiempos que corren. Porque la cuestión no es, y por esos mencioné antes al personal laboral, aparcarles en los centros como si fueran coches. Y tampoco es, la cuestión, que a la escuela se le imponga el cumplimiento de misiones para las que nos está, en la actualidad, preparada. Aunque mil euros tengan un gran poder de convicción.
Periodico La Opinión de Tenerife 26 de Septiembre de 2008
Periodico La Opinión de Tenerife 26 de Septiembre de 2008
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