WOLFREDO WILDPRET DE LA TORRE.
Es uno más de los 349 días mundiales que la ONU ha proclamado para sensibilizar a la sociedad humana sobre temas relacionados con la salud, los derechos humanos, la cultura y como en este caso con el medioambiente. El 8 de junio de 2009, Las Naciones Unidas proclamaron esta fecha para recomendar e incluso tomar medidas urgentes, para que la humanidad se percate, seriamente, de la problemática que afecta a las dos terceras partes de la corteza del planeta cubierta por los océanos.
Si consultamos cualquier tratado de geografía leeremos que los océanos surgieron hace 4410 millones de años y junto a los mares cubren el 70 por ciento de la superficie del planeta Tierra cuya edad se estima actualmente en 4540 millones de años. Bajo esta vasta superficie de agua azul se extiende sumergido un fondo oceánico que consta de dos partes la plataforma continental que bordea en su límite superior las costas de islas y continentes y el fondo oceánico donde existen espacios impresionantes que, por solo mencionar algunos, me permito destacar la llanura abisal situada a 3800 metros de profundidad dividida por un sistema de cordilleras de un tamaño muy superior que las existentes en tierra firme. Volcanes situados en la dorsal oceánica y montes submarinos constituyen paisajes asombrosos por su grandiosidad y belleza que ya podemos contemplar con la difusión de imágenes debidas a los dispositivos de última generación de la era tecnológica.
Junto a esta breve introducción merecen destacarse dos fenómenos físicos importantes del medio marino. El papel esencial del mar en la determinación del clima terrestre y los fenómenos meteorológicos tanto benignos como catastróficos que nos benefician como nos causan daños de grandes dimensiones. Además, diariamente se produce un fenómeno que es el continuo flujo y reflujo de las mareas, originadas por la fuerza de atracción gravitatoria de la Luna y el Sol.
Los océanos y mares constituyen una parte muy importante de la biosfera terrestre. La abiogénesis o el origen de la vida se originó como proceso natural partiendo de materia inerte en el mar a partir de determinados microorganismos hace 4280 millones de años. Ciertos análisis de antiguos microfósiles y de la actividad geoquímica primitiva muestran que la biosfera original de la Tierra no contenía oxígeno. Pero hace unos dos mil millones de años, ciertos microorganismos de color púrpura, azul y verde comenzaron a transformar en alimentos el agua y la luz solar. Empleaban hidrógeno y expulsaban oxígeno a la atmósfera como producto residual. Para estas bacterias anaerobias el oxígeno era un gas mortal. La evolución produjo bacterias aeróbicas eucariotas o nucleadas con orgánulos capaces de realizar funciones especializadas como la fotosíntesis y así de forma progresiva, grandes extinciones incluidas, hemos llegado al momento.
El mar para la humanidad ha sido básico y ahora más aun. En los tiempos primitivos nos dio la sal como condimento y la fauna marina como alimento. Luego vino la navegación, elemento básico de transporte comercial y cultural hoy en día estamos desalando artificialmente el agua marina para contener el excesivo despilfarro del elemento básico para nuestra supervivencia: el agua dulce como consecuencia del modelo socioeconómico que una parte de la humanidad ha elegido para vivir
En el momento actual, la biosfera y muy concreto los océanos sufren constantes amenazas por los continuos vertidos de sustancias contaminante de alta toxicidad. Aguas residuales domésticas e industriales sin depurar, derrames de petróleo debido a fallos en la extracción o averías en el transporte, plásticos de todo tipo y en estos momentos el irresponsable abandono de mascarillas y guantes de plástico por doquier contribuyen a aumentar las vastas islas de plástico que flotan en los océanos. Otro factor negativo a considerar es el incremento de las explotaciones pesqueras en un momento en que la demanda de este recurso vital. En los fondos marinos yacen cantidades de sustancias de todo tipo; desde restos de naves naufragadas a materiales diversos muchos de ellos incorruptibles.
Quiero finalizar llamando una ves más a la cordura y al respeto por nuestra biosfera. Todavía estamos a punto de cambiar, como siempre digo, con más y mejor educación.Deseo dedicar estas reflexiones a dos ilustres personas, amigos, que se fueron hacia el infinito. Carmelo García Cabrera, Profesor de la Universidad de La Laguna y Oceanógrafo con quien tuve el honor de compartir la organización de los estudios de Ciencias Biológicas en la ULL y al primer catedrático de Biología Marina de la universidades españolas, Fernando Lozano Cabo, que por estas fechas, en 1970, ganamos las oposiciones a profesores agregados numerarios de la ULL. Ambos me ayudaron a querer y respetar más al mar. Ambos contribuyeron a que la asignatura de Biología Marina fuera durante muchos años una enseñanza pionera en la Facultad que atrajo y continua a muchos estudiantes de fuera y de nuestra tierra, de los cuales, muchos de ellos han alcanzados altos niveles en sus respectivas actividades.
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